domingo, 23 de octubre de 2016

Escribano palustre (Emberiza schoeniclus)-Common reed bunting-Zingira-berdantza- Repicatalons-Escribenta das canaveiras

El escribano palustre es uno de nuestros paseriformes más raros y amenazados, pues ha visto mermar sus poblaciones hasta niveles preocupantes (en torno a 500 parejas) en los últimos tiempos. Durante el invierno, sin embargo, recibimos abundantes ejemplares procedentes de Europa, aunque su número también viene manifestando un notorio descenso. La desaparición o alteración de los humedales y los problemas derivados de la intensificación agrícola parecen estar en el origen de dicha situación.


El palustre es un escribano de mediano tamaño que presenta un plumaje dominado por los tonos pardos y acastañados en el dorso y blanquecinos con algunas listas en el vientre. El macho en plumaje nupcial luce la garganta y la cabeza de un intenso color negro, así como un collar y una bigotera blancos (dibujo 1). En esa época, también la cabeza y el pecho de la hembra tienden a oscurecerse, aunque carecen del característico collar blanco (dibujo 2). En invierno (dibujo 3), resulta más complicado diferenciar por el plumaje tanto a los sexos como a los ejemplares inmaduros; estos poseen una coloración en general más clara y las partes inferiores más fuertemente listadas. Durante el periodo invernal, suelen moverse entre el carrizo en nutridos bandos (dibujo 4) que resultan fáciles de detectar gracias a sus penetrantes y melancólicos silbidos.


















Las tres subespecies presentes en algún momento del año en nuestro territorio se han visto gravemente afectadas por la pérdida de carrizales adecuados como consecuencia de su mala gestión (roturaciones, quemas, etc.) y la desecación de zonas húmedas. Por otro lado, la intensificación
agrícola también ha sustituido carrizales por cultivos de regadío, en tanto que la utilización de plaguicidas y herbicidas ha hecho disminuir sus fuentes de alimento, tanto animal como vegetal. Por todo ello, las dos subespecies ibéricas, lusitanica y witherbyi, están catalogadas como “En peligro” en el Libro Rojo de las aves de España. La subespecie europea schoeniclus, por su parte, tiene la consideración de “Vulnerable”. Las medidas de conservación que se proponen requieren un mejor conocimiento de las poblaciones, especialmente de las subespecies endémicas, así como la protección de sus zonas de cría y alimentación. Se debe tener en cuenta en la gestión de estos territorios la importancia de las plantas arvenses y, por tanto, la necesidad de mantener linderos, eriales y barbechos.