http://www.seo.org/ave/arao-comun/
Las costas ibéricas —españolas y portuguesas— constituyen el límite meridional del área de cría del arao común, el único representante de la familia de los álcidos que se reproduce en territorio español. En todo caso, la situación por la que pasa esta especie —que contaba hacia 1990 con 10 parejas— se considera crítica, especialmente después de la catástrofe del Prestige, que ha dejado su población a las mismas puertas de la extinción, ya que desde entonces solo crían anualmente entre una y tres parejas.
Cómo vive
Hábitat
El arao común acude a tierra para criar en acantilados costeros; el resto del año se encuentra en el mar, preferentemente en aguas templadas relativamente cercanas a las costas, pues evita las grandes extensiones de mar abierto.
Alimentación
Se alimenta de una gran variedad de peces pequeños y medianos (arenques, sardinas, boquerones, fanecas), que localiza mientras prospecta el agua con la cabeza sumergida hasta detectar algún banco; en ese momento se zambulle y, tras una persecución, captura su presa, a la que engulle antes de subir a la superficie. Durante el periodo reproductor, el ave transporta el pez hasta el nido para alimentar a su único pollo.
Desplazamientos
El arao común muestra un comportamiento básicamente dispersivo, en especial los jóvenes, que pueden llegar a realizar desplazamientos de cierta relevancia que los llevan a recalar en localidades bastante alejadas de sus lugares de cría, como lo 3 demuestra el hecho de que se registren aves inmaduras procedentes de las islas Británicas en las costas cantábricas y atlánticas de la Península durante el invierno. Los adultos, sin embargo, permanecen a lo largo de la estación desfavorable en las cercanías de las colonias de cría.
Reproducción
Cría en nutridas colonias —frecuentemente junto a otras especies de aves marinas— en acantilados costeros, donde utiliza los mismos emplazamientos de unas temporadas a otras. Al inicio del periodo reproductor, los machos, tras pasar todo el invierno en el mar, toman posesión de algún lugar apropiado para criar —generalmente, a escasa distancia de sus vecinos— en espera de la llegada de su compañera. No construye nido, sino que utiliza las repisas de los acantilados, la superficie de rocas planas y grietas o cuevecillas entre las rocas, en las que, a lo sumo, deposita algunas pequeñas piedras. La puesta consta de un solo huevo grande y piriforme (para evitar que ruede), de superficie rugosa y color variable —blanco, azul, verde, crema o pardo—, sin manchas o con motas o listas. Para incubarlo, ambos adultos lo mantienen entre las patas y el vientre a lo largo de 28-35 días. El pollo es atendido por sus padres durante unos 14-20 días desde su nacimiento, que resulta bastante sincrónico con respecto a los del resto de la colonia para favorecer el éxito reproductor. Transcurrido este tiempo, el pequeño arao tendrá que superar una prueba crucial, que consiste en lanzarse al mar desde la repisa del acantilado donde nació. El padre, que vigila la maniobra, se lanza a continuación y, una vez juntos, se dirigen mar adentro nadando o buceando. Durante algún tiempo más, el padre se encarga de facilitar alimento y protección al joven arao, hasta que alcance su desarrollo completo y se independice.