Hay ocasiones en que el mundo de las aves nos da una lección a los humanos. Y esta es una de ellas. Es el caso del avetorillo, la garza más pequeña de Europa. A la hora de los cuidados familliares, el macho y la hembra se reparten prácticamente por igual las tareas. El nido suele construirlo el macho sobre el agua con diversos materiales cercanos, pero el proceso de incubación de la cría le corresponde tanto a él como a la hembra, al contratrio que en muchas otras especies. Además, ambos cuidan a sus polluelos, lo que permite que en apenas un mes ya estén completamente desarrollados.
Al avetorillo le gusta la intimidad. Por lo general se suelen reproducir en solitario, salvo algunas veces en las que, de forma excepcional, lo hace en pequeñas agrupaciones bastante inconexas.
Uno de los habitantes más vistosos y a la vez más enigmáticos y poco conocidos de nuestros humedales es el avetorillo: una minúscula garza de hábitos marcadamente crepusculares, que se instala en cenagales, riberas, embalses, lagunas y marismas con abundante vegetación palustre, en la que instala su nido y por la que se mueve con suma soltura y discreción a la captura de los pequeños vertebrados y grandes insectos que componen su dieta.
El pequeño y discreto avetorillo, inconfundible por su tamaño, es la garza más pequeña de la fauna europea. La especie presenta cierto dimorfismo sexual: el macho adulto luce los flancos de color crema, el dorso negro, las partes inferiores y el cuello de tonos rosados, las mejillas grisáceas y el píleo y la nuca también negros ; la hembra adulta es similar, pero menos contrastada y de tonalidad, en conjunto, más parduzca . Los jóvenes, de un tono general pardo-grisáceo, poseen un diseño similar al de la hembra, aunque con los flancos y el píleo muy desdibujados.
Texto Seo birdlife España
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7/9/2020